Haikús y tankas, de Juan Manuel Dávila Tejeda, hilo conductivo de la materia verbal

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DÁVILA TEJEDA, Juan Manuel, Haikus y Tankas, Eterno Femenino Ediciones, 2020. 210 pp.

Eduardo Cerecedo

En cierta ocasión hablaba con el poeta, Juan Manuel Dávila Tejeda, (Tepito, D.F., 1955, desde la infancia ha vivido en estado de México. Por tanto uno es de donde vive, no de donde nace)  precisamente sobre este tema. Yo señalaba que de diez haikús que yo leía de un libro, se salvan uno o dos cuando mucho, y de cien, sólo cinco o seis. Ahora él se dio a la tarea de escribir 204 haikús más otro tanto de Tankas 350.

Pero efectivamente, la ardua labor que ha llevado al poeta a facturar estos trabajos literarios, cuya sustancia, materia verbal son, el filtro del corazón, cohesionados con la inteligencia, llevados al plano escritural de una manera interesante. También hace de manera importante un resumen de  ¿Qué es un haikú y qué es una Tanka? su tradición, así como su manera de realizarla. Al final del libro viene un glosario donde se aclaran las dudas del manejo y empleo de las palabras que designan estas dos formas clásicas de escritura china y japonesa.

    El aventurarse a escribir una cantidad importante sobre estas dos formas de comunicación, hace que pasado y presente fluyan con una intensidad pronta, haciendo del lector un blanco para capturarlo, asombrarlo, dominarlo, ya bien arrestado por el instante, el lector es ese hilo conductivo entre materia y espíritu, donde el lector es materia orientada y condenada a ser inducido por el poema a mirar su espíritu en las cosas que pone el poeta ante sus ojos, ante sus oídos, ante el olfato: Sobre la rama/late bello antifaz/¡La mariposa! O este otro haikú: Arde la tarde./Sobre el cielo azul/vuelan flamencos. Y así podemos ir gozando en cada lectura, descubrir el mundo del poeta, saber de sus gustos, de sus influencias, así como de sus pasiones, temores, triunfos, dudas.

UNA TANKA

Cantan las ranas

con voz de matraca…

En el platanar,

el ritmo de la lluvia

es un tamborileo.

   Si volteamos para el otro lado de la página, encontramos de frente al tanka que es la primera forma artística del poema en oriente, este poema es de cinco versos, más dos versos, mayor que el haikú, sólo que con el tiempo perdió los dos versos últimos y así quedó el haikú de 3 únicamente. En fin, como ya dije, hay un prólogo donde se especifican las formas de escribir de estas dos maneras escriturales de oriente. Juan Manuel Dávila Tejeda ha dedicado quince años para llegar realizar este libro, con toda la paciencia y parsimonia asumida en el  tiempo que ha ido trabajando, lo que hoy es una obra de gran importancia le ha costado desvelos, privarse de asistir a fiestas, como debe ser, para el que se dedica a su labor, trátese de cualquier trabajo, primero es lo primero. Aquí Haikús y Tankas.

Ya Juan Manuel Dávila Tejeda había dado muestras de madurez poética desde, Deshielo, segundo poemario 2002, Consagrar la resonancia, 2014, Cantar de Thánatos, 2015, Cronos, o el sutil empoderamiento del olimpo, 2020. Qué es, en este reciente poemario donde vemos el trabajo ya culminado. Así en ese ascenso ha llegado el poeta a mirar su obra publicada por Eterno Femenino Ediciones y Ediciones Camaleón que el mismo dirige. Seguridad en la expresión verbal, una apreciación del instante equilibran su poesía. Donde el tiempo media el eje de su temática alineada a los verbos que le fincan la ruta de sus inclinaciones poéticas. Siendo éstos los procederes de mirar, ver y designar su visión poética que le ha dado la certeza en su labor literaria, trátese del poema como escenario de su mundo, el buscado y el encontrado en cada obra que nos entrega desde el año 2000. Aquí pues, la invitación a conocer esto que se ha señalado del autor.