Evitar la soledad y la depresión para prevenir la demencia; adultos mayores, los más afectados

  • El especialista en siquiatra y sicopediatra Agustín Torres detalla que en los próximos 5 o 10 años podremos apreciar el impacto que dejó la pandemia, debido al confinamiento y al aislamiento social.

CIUDAD DE MÉXICO.

Las repercusiones de las medidas preventivas para evitar los contagios por coronavirus no sólo han tenido consecuencias inmediatas en la salud mental de millones de personas. Algunas de esas medidas, como el poco contacto social, la inactividad física y la depresión son factores de riesgo que si no se modifican aumentan el riesgo de padecer demencia en edades más avanzadas.

El impacto como tal, quizá lo estaremos viendo los próximos 5 o 10 años sobre lo que la pandemia, el confinamiento y el aislamiento social pudieron generar”, previó Agustín Torres Cid de León, siquiatra y sicopediatra, colaborador académico del Módulo de Geriatría del Curso de Especialización en Geriatría en el Hospital Español de la Ciudad de México, durante su participación en el Seminario Desafíos en salud mental y neurológica.

Ya antes de la pandemia se advertía que el aislamiento social se vinculó a un 50% de aumento en el riesgo de padecer demencia, de acuerdo con el reporte Aislamiento social y soledad en adultos mayores, de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM) de Estados Unidos, a principios de 2020.

En México hay pocos datos acerca del impacto de la soledad en la salud mental. La propia Encuesta Nacional de Salud y Nutrición continúa covid-19 (Ensanut Continua covid-19) lo reconoce.

A pesar de la importancia de las normas culturales para los estándares de las personas para las relaciones sociales y, por tanto, la experiencia de la soledad, ha habido una falta de investigación comparativa sobre la soledad en los adultos mayores durante la pandemia”, cita la encuesta.

Y señala que los adultos mayores pueden ser los más afectados por la soledad. “Existe la posibilidad de que las relaciones sociales se mantengan a través de soluciones basadas en tecnología; sin embargo, existe el riesgo de excluir a los adultos mayores que, aunque son los más vulnerables a la soledad, tienen recursos limitados y menos probabilidades de usar la tecnología”.

En este sentido, la Ensanut arrojó que 47.2% de hombres de los 65 a los 71 años son quienes percibieron mayor soledad durante el confinamiento, seguidos del grupo de edad de 72 a 79 años, con 36.1%, y de 80 a 89, con 6.7 por ciento.

En cuanto a las mujeres, fue el grupo de 72 a 79 años quien reportó mayor percepción de soledad, con 37.6%, seguido del de 65 a 71 años, con 31.8%, y de 80 a 89, con 30.7%. Dichos datos fueron calculados a partir de entrevistas realizadas a 495 adultos mayores de 65 años y más que reportaron vivir solos.

En 2015 había 46.8 millones de personas que padecían demencia a nivel mundial, cifra que se proyecta a duplicar cada 20 años, con 74.7 millones de personas para 2030 y 131.5 millones para 2050, y gran parte del incremento se dará en países de rentas medias y bajas, de acuerdo con el Informe Mundial sobre Alzheimer de 2015.

Los factores de riesgo para padecer demencia se dividen en dos: los no modificables, como la herencia genética y la edad, y en factores de riesgo modificable que, según un estudio de The Lancet de 2020, son 12 principales; además de los ya mencionados al inicio del texto, un control adecuado de la diabetes, hipertensión y obesidad, tres de las principales comorbilidades en México.

Muchas personas dejaron de recibir sus tratamientos para padecimientos como hipertensión y diabetes, por no poder salir, por no poder ir a recibir la atención médica adecuada”, apuntó el doctor Torres Cid de León.

Otros factores de riesgo no vinculados a las medidas de prevención por la pandemia del coronavirus son la contaminación del aire, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, las dificultades para escuchar, lesiones de cabeza e incluso en nivel de aprendizaje.

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No es necesario esperar a tener 60-65 años, puedes empezar desde los primeros años de vida mejorando tu nivel educativo, de ahí que la demencia es una enfermedad que puede y debiera atenderse desde mejorar el nivel académico de nuestra población, lo cual le confiere una disminución de riesgo hasta en ocho por ciento.

Agustín Torres Cid de León, especialista

REDUCIR RIESGOS

Si se logran revertir los 12 factores de riesgo se reduce hasta en 40% la posibilidad de padecer demencia, conforme se avanza en la edad.

Lo ideal es que se destinen programas y recursos en programas de salud de prevención mental, pero mientras eso ocurre, el doctor Torres habla en foros en espera de que cada vez más personas sean conscientes de cómo cuidar su salud mental, a través de cambios en el estilo de vida.

COVID-19 Y PANDEMIA

Otro tema a vigilar en relación más estrecha entre covid-19 y la dependencia son los riesgos vinculados a los procesos inflamatorios vasculares durante el curso de su contagio.

Incluso los que tuvieron covid, el cual es un padecimiento inflamatorio vascular y puede incrementar el riesgo de lesiones vasculares cerebrales, un factor de riesgo para la demencia vascular (una de las formas en que se expresa la demencia), así que efectivamente veremos en los próximos años cuál fue el impacto”.

Así como el efecto directo de las medidas por la pandemia en las personas que ya padecían demencia al inicio de la crisis mundial y que pudieran resultar en una disminución de su expectativa de vida.

Hubo un incremento en alteraciones conductuales, principalmente en cuanto a la velocidad de progresión de la enfermedad, por más que una familia o un cuidador intentaron sobrellevar los cuidados recibir personas de fuera era un riesgo altísimo hace unos meses, no lo es menos ahora, pero evidentemente esto limitó que una persona tuviera actividades, actividades recreativas, entretenimiento, qué aumentó con la pandemia las alteraciones conductuales, especialmente agitación, caracterizada por algunos comportamientos violentos hacia el cuidador”, describió el doctor.

Para esas personas lo que recomienda a sus cuidadores es retomar cuanto antes y fortalecer el tratamiento contra la demencia y si aún no tenían un seguimiento adecuado en la pandemia, que se ayuden con especialistas a reconocerlo y tratarlo para elevar el nivel de la calidad de vida de una enfermedad que hoy en día sigue siendo incurable.

Si bien no vamos a curarla, sí se puede tratar, se puede reducir la severidad de los síntomas, se puede reducir la carga del cuidador, se pueden tomar diversas medidas para que la persona con demencia y principalmente la familia y quien le cuida vivan este proceso, no como ahora que lo están viviendo con una carga muy importante, pero estas iniciativas como las que están sucediendo (el seminario) es acercarse a la población para ofrecer una luz de esperanza”.

ALZHEIMER

Enfermedad progresiva. Es un tipo de demencia que causa problemas con la memoria, el pensamiento y el comportamiento.

SÍNTOMAS

Pérdida de memoria, de las habilidades de lenguaje (dificultad para encontrar los nombres de las palabras), alteraciones del pensamiento abstracto, juicio pobre, desorientación en lugar, tiempo y persona, cambios en el estado de ánimo, conducta y personalidad.

FACTORES DE RIESGO

Vejez ( +65 )

Antecedentes familiares

Herencia

FACTORES DE RIESGO

POTENCIALMENTE MODIFICABLES

La depresión

El bajo nivel educativo

El aislamiento social

La inactividad cognitiva

No existe una sola prueba que confirme la enfermedad. Cuando se observan los síntomas, se debe obtener una evaluación física, siquiátrica y neurológica completa realizada por un médico con experiencia en el diagnóstico de trastornos demenciales.

Se prevé que el número total de personas con demencia alcance los 82 millones en 2030 y 152 millones en 2050.

SITUACIÓN EN MÉXICO

Se calcula que hay un millón de casos que viven con este padecimiento.

Aproximadamente, 7.5% de los adultos mayores tienen Alzheimer.

La proyección de la población mexicana que será afectada para el 2050 alcanzará la cifra de más de 3.5 millones, por lo que el impacto en el sistema de salud será severo, tanto para las y los enfermos como para las personas cuidadoras.

 Un diagnóstico temprano permite tener mejores posibilidades de beneficio. No existe tratamiento o cura para detener o invertir el deterioro mental de la enfermedad, pero se puede reducir el riesgo de padecer demencia haciendo ejercicio con regularidad, no fumando, evitando el uso nocivo del alcohol, controlando el peso, tomando una alimentación saludable y manteniendo una tensión arterial y unas concentraciones sanguíneas adecuadas de colesterol y glucosa.

DIAGNOSTICAR PARA NO MORIR EN VIDA

El Alzheimer es la principal forma en que se manifiesta la demencia, a la cual aún muchos erróneamente llaman demencia senil, trastorno cognitivo mayor es la recomendación del Manual Diagnóstico Estadístico de los Trastornos Mentales, o simplemente demencia. Es una enfermedad sin cura que sí puede retrasarse con tratamiento adecuado, no sólo con fármacos, sino con estrategias de contención.

Detectarla a tiempo es clave no sólo para la sobrevida y la mejor calidad de existencia para las personas que la padecen, sino también para las y los cuidadores de los mismos. Bárbara Diego es nieta de una mujer que falleció a causa de los efectos del Alzheimer y una demencia mixta. A un muy alto costo emocional, familiar y económico ella aprendió sobre la enfermedad que en México afecta a un millón de personas, según el Informe sobre la situación mundial de la respuesta de salud pública a la demencia de la OMS, de septiembre de 2021, y que se proyecta que en 2050 llegará a 3.5 millones de mexicanos.

María es mi abuela materna y es quien marcó mi vida, padeció una demencia muy larga, de más de 20 años, yo vivía al lado de su casa y me tocó como familiar estar al lado de ella y de mis tías en toda esta situación de cuidado”.

Uno de los primeros y más comunes errores que cometen los familiares de una persona que aún no sabe que padece Alzheimer o demencia en las primeras etapas es atribuirle sus cambios de conducta a la edad, decir: ‘es que ya están grandes’, ‘es la edad’, ‘entiende a tu abuela o abuelo, ya es una persona mayor’, es la primera trampa para no identificar la enfermedad que ha comenzado a manifestarse.

Empezó la abuela con los problemas de memoria, no se acordaba qué desayuno, donde dejó las cosas, ¿y qué dice la familia?: es normal, ya tiene 75 años, y en ese, es normal, vamos retrasando el diagnóstico y eso hace mucho daño, porque ya para cuando se llega la familia está desgastada, está cansada, porque el cuidado ya se está dando, la persona ya no puede vivir sola y necesita, dependiendo el tipo de demencia, cada vez más cuidado”.

Uno de cada cuatro casos de demencia es diagnosticado en los países desarrollados, uno de cada 10 en los países en vías de desarrollo, 80% es diagnosticado en la fase moderada, el tiempo para llegar a consulta es de 1.5 a 3 años, según el informe Demencia y trastornos cognitivos geriátricos 2018.

Agustín Torres Cid, siquiatra y sicopediatra, recomienda estar muy alerta de la memoria a corto plazo, uno de los primeros síntomas de la demencia puede ser las mentiras de sucesos que ocurrieron en el corto plazo. Se le conoce clínicamente como confabulación y no es algo que la persona haga de manera premeditada.

Es mentir con honestidad, quien está mintiendo no se da cuenta que lo hace, no tiene un propósito deliberado de tener algo a cambio, simplemente trata de construir un recuerdo y trata de armarlo con lo que alcanza a recordar”, explica el doctor.

En el caso de la abuela de Bárbara los cambios de conducta, actitudes desinhibidas y acciones que para ellos como familiares no tenían sentido, como una ocasión quitarse todo el maquillaje que tenía puesto para su festejo de 50 años de casada, daban cuenta del avance de la enfermedad de María, que al mismo tiempo fue consumiendo la vida de una de sus hijas que adoptó el rol de cuidadora.

Mi tía fue su cuidadora principal, una mujer soltera que dedicó su vida al cuidado, empezó como muchos cuidadores en México y en estos países familistas como México, nos pegamos a la persona enferma y creemos que nadie en el mundo lo puede cuidar como yo y se empieza a dar esta situación de codependencia que puede llevar a la muerte, está documentado, sabemos que muchas veces el cuidador fallece primero que el enfermo y es el caso que mi familia se vivió”.

La tía de Bárbara murió por un cáncer que le impidió seguir cuidando a su mamá, que sobrevivió cinco años más, asistida por un equipo de enfermería que pagaron sus familiares sobrevivientes. Por eso, Bárbara reitera que los costos de la demencia y el Alzheimer no sólo son los costos de los medicamentos.

Otra situación que yo sí vi en mi familia y la veo muy común es la hora de cobrar las facturas; con buena intención los hijos siempre dicen ‘quiero ayudar’ y ‘quiero cuidar’, pero esas cositas no resueltas que hubo en la infancia, esas rencillas con el papá, mamá enferma o entre los hermanos a la hora de cuidar se cobran bien caras y eso es un tipo de costo oculto”.

La abuela de Bárbara murió en 2010, lo que aprendió lo transformó en su profesión de vida y hoy es una gerontóloga con 18 años de experiencia en Monterrey que busca crear conciencia entre las familias que reciben el diagnóstico de demencia por cualquier tipo, les recomienda dividirse los cuidados y estar informados de cómo la enfermedad irá progresando, pero que también hay acciones, además de medicamentos, que la pueden retrasar. Pero, sobre todo, de buscar un diagnóstico temprano.

Ya no deberíamos estar sin diagnóstico, no debemos de normalizar los olvidos, no debemos de decir que es normal que a las personas mayores se les olvide todo y tengan fallas en el juicio, cuando esto está pasando es una enfermedad, entonces esto no debería de pasar que haya gente sin diagnóstico y familia sin apoyo”.