Mario Montalbetti: escribir contra el lenguaje

  • MARIO MONTALBETTI (LIMA, 1953) es una de las voces referenciales de la poesía peruana

Víctor Vimos

Ante la evocación de una literatura andina, como un hilo identitario que acercaría a los países, ¿cabe preguntarse sobre si la poesía es andina o no?

Creo que no va por ahí. En Quito mencioné que es mucho más importante que Vallejo haya sido poeta que peruano. Es mucho más importante que Adoum haya sido poeta que ecuatoriano. Creo que los poetas son mucho más nacionalistas de la letra o del poema que de una demarcación más bien arbitraria.

¿Sucede lo mismo cuando se trata de ubicar a los poetas dentro de un canon literario, dentro de una corriente como el neobarroco, realismo, etc.?

Claro, eso es más importante para los antologadores, los que quieren armar cánones, ordenar cosas que en principio son bastante desordenadas. Creo que para bien o mal la poesía la hacen los poetas, personas individuales que escriben sobre ciertas cosas. Lo que tenemos que pedir es que se siga escribiendo con el mayor nivel de excelencia posible y luego atenerse a las consecuencias, porque me imagino que bajo ciertas perspectivas un poeta puede ser derechista, izquierdista, andino, lo que fuera, y regresamos al problema de Céline o de Pound… pero son buenos poetas, escritores.

En esta época y bajo algún tipo de perspectiva, lo importante es escribir bien, cosa que no se está haciendo. Y por eso es que seguimos releyendo a Vallejo, Adán o Blanca Varela.

¿En qué radica ese escribir bien?

Creo que quien escribe bien escribe en contra del poder. En principio, en contra del poder lingüístico, en contra del lenguaje. En todo caso a mí siempre me han interesado más poetas y escritores que no escriben “con” sino “contra” la lengua. Vallejo es un ejemplo casi trillado de esto con Trilce. Creo que lo que se revela cuando escribes contra el lenguaje es que escribes en general contra el poder político, religioso, etc. Esto es tanto práctico como ideológico. Práctico en el sentido de que, por más que tengas buenas intenciones si no escribes bien no escribes bien y punto. Pero, por otro lado, creo que tiene que ver con asumir una especie de ética relacionada con lo que Fray Luis de León, en su traducción del Cantar de los Cantares, llamaba la corteza de la letra, la cáscara de la letra, el sonido de la letra. No se trata de escribir para convencer, los poetas no escriben para convencer a nadie, presentan algo y si alguien agarra y hace algo con eso es fantástico.

También creo que es importante hacer cosas que no se hayan hecho antes: propuestas nuevas, originales, creativas.

Al mismo tiempo escribir bien no significa ignorar la tradición. Nadie escribe de la nada. A veces existe el caso del poeta tonto al que le salió y escribió un buen poema y es interesante, pero no escribe dos.

¿Cómo escribir en contra del lenguaje con el lenguaje?

Esa es la gran paradoja. Tiene que ver mucho con esta cabronada del lenguaje que nos permite hablar del lenguaje. Hay que asumir esto, no hay ninguna otra posibilidad. Una vez que lo asumes creo que hay una serie de formas de escribir al límite, al borde, olvidarse un poco de la idea de que escribimos para comunicarnos con el resto y arriesgarse a que lo que estás diciendo pueda romper algo por algún lado. Pero claro, esto no sirve para tomar el poder, justamente por eso creo en el anarquismo poético –en el mejor sentido–: no en el que indica coger una bomba y matar a archiduque sino en el sentido de arriesgarse y escribir bien, pegado al límite del lenguaje, no repitiendo cosas que ya sabemos, no cayendo en la idea de escribir para vender, que es un riesgo que la narrativa padece de forma más directa que la poesía.

Pero si al tocar a la poesía estamos asumiendo el ingreso a un territorio donde el lenguaje no es suficiente, ¿cómo ser original?

No queriendo serlo. Ese es el primer error que se comete. Los chicos sueñan con ser originales, con escribir como nadie, pues bueno, buena suerte. Creo que es indispensable hacer un trabajo serio, escribir con la tradición a un lado y con el cuchillo al otro, tratar de labrarte algo… Existe la posibilidad de que lo hagas, no es una meta.