EL CIUDADANO

 “En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias” ROBERT GREEN INGERSOLL.

Hola, estimado lector, LA VIDA ES BELLA, lo saludo cordialmente, este día miércoles 24 de agosto del 2022, EL CIUDADANO, es un concepto de comunicación de ciudadano a ciudadano, está dirigió precisamente a usted que nos honra con su lectura, en esta semana estamos con el gran cuento “LA ISLA DE LOS NÁUFRAGOS”, del escritor LOUIS EVEN. Pues bien, nuestros 5 personajes, discernían en cuanto a la necesidad de DINERO y al respecto consideraban que cada uno vendería sus productos a los demás por dinero y con el dinero recibido uno compraría a los demás las cosas que necesita, que ya existen y cuando quisiera. Todos reconocen la gran comodidad de un sistema monetario. Pero ninguno de ellos sabe como establecer tal sistema. Han aprendido a producir la verdadera riqueza, las cosas, pero no saben hacer las cifras, el dinero. Ignoran cómo surge el dinero y cómo se hace cuando de común acuerdo se decide obtenerlo. Muchos hombres instruidos también se verían en aprietos; todos nuestros gobiernos se han visto así unos diez años antes de la guerra. Si faltase el dinero al país, el gobierno quedaría paralizado ante este problema.

Una tarde mientras nuestros cinco personajes sentados a la orilla del mar, comentaban este problema por centésima vez, ven de pronto acercarse una barca remada por un solo hombre. Se apresuran a ayudar al nuevo náufrago. Se le ofrecen los primeros cuidados y se intercambian impresiones. El habla española y se llama Oliver. Felices de tener otro compañero, nuestros cinco personajes lo acogen calurosamente y lo invitan a visitar su colonia. Aunque perdidos lejos del resto del mundo-le dicen-, no tenemos porque quejarnos. La tierra produce bien, así como el bosque. Una sola cosa nos hace falta: No tenemos una moneda para facilitar los intercambios de nuestros productos- Bendigan la suerte que me trajo hasta aquí, contesta Oliver. El dinero no tiene misterios para mí, soy banquero y puedo instalarles en poco tiempo un sistema monetario que les dará satisfacción ¡Un banquero!¡Un banquero!… Un ángel venido del cielo no habría despertado tanta reverencia. ¿No se tiene por costumbre en un país civilizado, inclinarse delante de los banqueros, quienes controlan las pulsaciones de las finanzas?

Señor Oliver, ya que usted es banquero, no trabajará en la Isla. Sólo se ocupará de nuestro dinero. – Me encargaré, como todo banquero, de forjar la prosperidad común. – Señor Oliver, se le construirá una casa digna de usted. Mientras tanto, se puede instalar en el edificio de nuestras reuniones públicas. – Muy bien, mis amigos. Pero empecemos por descargar de la barca las cosas que he podido salvar en el naufragio: Una pequeña prensa, papel y accesorios y sobre todo un pequeño barril que procurarán tratar con sumo cuidado. Se descarga el conjunto. El pequeño barril llena de curiosidad a nuestros personajes. – Este barril, declara Oliver, es un tesoro sin igual, ¡lleno de otro!, ¡lleno de oro! cinco almas casi se escapan de cinco cuerpos. ¡Figúrense: el dios de la Civilización entrando en la Isla de los náufragos! ¡El dios amarillo, siempre oculto, pero potente, terrible, cuya presencia, ausencia o menores caprichos pueden decidir en la vida de 100 naciones! – ¡Oro! ¡señor Oliver verdadero gran banquero! Le saludamos respetuosamente con nuestros juramentos de fidelidad. Oro para todo un continente, amigos míos, pero no es el oro lo que va a circular. Hace falta ocultarlo. El alma debe quedar invisible. Les explicaré todo cuando les dé el dinero. Antes de separarse por la noche, Oliver les pregunta: ¿Cuánto dinero les haría falta en la isla para empezar, para que los intercambios marchen bien? Se miran unos a otros. Se consulta humildemente al propio Oliver. Con las sugerencias del benévolo banquero, se conviene que 200 dólares a cada uno parecen suficientes para empezar. Espero que te esté interesando nuestro cuento de Louis Even. Hasta la próxima.