Elena Poniatowska, 92 años entre letras y colores

  • La escritora y periodista confiesa que “debo dejar un poco el periodismo, porque me absorbe demasiado tiempo”; y ha incursionado en la pintura de pequeño formato desde hace tres años

TIJUANA.- Dicharachera, graciosa, desenfadada y sencilla, la escritora y periodista Elena Poniatowska Amor (1932) llega hoy a sus 92 años de vida “muy contenta”, porque los festejará con sus tres hijos, Emmanuel, Paula y Felipe Haro, y le acaban de entregar el Premio Ernesto Cardenal 2024.

Me siento muy contenta de que viene mi hija Paula de Mérida, de que están mis nietos creciendo, de que son gente muy buena. Pero también de que tengo una casa sólida, un techo; de que vivo en una plaza como la de Chimalistac, que es muy bonita, con una iglesia dedicada a San Sebastián, que fue un santo al que le tiraron muchas flechas y que ninguna dio en el blanco, ninguna dio en el corazón, por eso siguió viviendo, ni en el corazón ni en el pito”, comenta divertida en entrevista con Excélsior vía telefónica.

La novelista y cuentista asegura que no hará nada especial por su cumpleaños. “No, de eso no voy a hacer nada. Ya me festejaron por los 90 años. No te van a festejar cada año”.

Aclara que sigue trabajando en el libro inspirado en su madre, Paula Amor. “No es una biografía, pero en eso estoy avanzando. Es una novela. Pero cuando esté lista les digo, porque si no, como dicen, se quema”.

La Premio Cervantes 2013 confiesa que “debo dejar un poco el periodismo, porque me absorbe demasiado tiempo, no puedo avanzar en mis propuestas literarias como quisiera”; y, para distraerse, desde hace tres años pinta cuadros de pequeño formato, a los que no considera formalmente obras de arte.

Es como una actividad de viejita, de los domingos. Pero también voy a fallar, porque lo hago con intermitencia. Es que es muy bonito. Es un regalo que se hace uno a sí misma. Ya ves que muchas viejitas, para consolarse, se ponen a pintar.

Pinto cualquier cosita: la pared de la casa, una foto de mi abuelita, un paisaje. No sé cuántos cuadros he pintado, pues ya los regalé todos; apenas alguien me dice que le gusta, se los lleva, pero voy a volver a conseguirlos. He hecho pocos, pues si no son chilaquiles”, agrega.

La autora de Lilus Kikus (1954) y El amante polaco (2019) recibió el jueves pasado a distancia, desde Madrid (España), el Premio Ernesto Cardenal 2024, en las categorías de Concordia y Derechos Humanos, así como en Literatura.

Otorgado por la Fundación Internacional Ernesto Cardenal, en memoria del poeta y sacerdote nicaragüense, el galardón reconoce a Poniatowska como “una figura preeminente en la promoción de la reconciliación y la fraternidad entre los pueblos de Iberoamérica, a través del poder de la palabra.

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Su influencia en la sociedad mediante su literatura ha sido notable, impulsando la reflexión social y cultural en la región, denunciando y combatiendo las injusticias y desigualdades sociales en toda Latinoamérica y, en especial, en su patria adoptiva, México”, apuntan los organizadores.

Es un premio que voy a atesorar mucho. Todos mis escritores amigos, como Sergio Ramírez y Gioconda Belli, están fuera de Nicaragua. Pero es importante mencionarlo, porque ves que a Centroamérica nadie le hace caso”, añade.

Respecto a que la Feria del Libro de Tijuana le ha dedicado su edición 39, la cronista aclara por qué no puede asistir. “Es un gran honor. Pero no voy a ir, pues ya me caigo de vieja. Me rinden homenaje porque todo el mundo se les ha muerto”.

En un video proyectado en la inauguración del encuentro editorial fronterizo, la noche del viernes, la autora de Hasta no verte Jesús mío y La noche de Tlatelolco recordó que las primeras veces que estuvo en Tijuana fue con sus amigos Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco.

Me emocionaba mucho que, estando tan cerca de Estados Unidos, terminando las conferencias, el público empezaba a corear ‘Mé-xi-co, Mé-xi-co’. Siento un gusto enorme pensar que en Tijuana existe esa cultura de defensa de México.

Pero lo que más me conmueve es esa certeza de que México tiene mucho más qué ofrecer, en lo que se refiere a cultura y a civismo, que EU. Qué más grado de civilización puede haber que nuestras pirámides. Ojalá no fuéramos inferiores a nuestro pasado”, concluyó.