LOCALES, TIENDAS Y VIVIENDAS, POR MILES EN RENTA O VENTA

60 SEGUNDOS

RAÚL GONZÁLEZ RIVERA

LOCALES, TIENDAS Y VIVIENDAS, POR MILES EN RENTA O VENTA

            El espectáculo se asemeja a una ciudad en caída estrepitosa, lo que a no pocos aterra y preocupa.

            Son decenas de establecimientos comerciales que cayeron en la quiebra durante estos cuatro meses de coronavirus.

            Se calcula que cuando menos diez mil residencias están a la venta y otras cinco mil se ofertan en renta. La economía doméstica se derrumba con algún estrépito, porque los economistas nada dicen, guardan silencio, o sencillamente el fenómeno los coloca contra la pared.

            Una ciudad fantasma se aprecia apenas caen las primeras horas de la tarde-noche. Los espacios públicos se mantienen vacíos. El temor a la calle del común ciudadano no puede ser ocultado. El asalto pudiera estar a la vuelta de la esquina y en todos los sectores se habla de historias hasta un tanto increíbles, en donde la inseguridad pública acecha.

            Nadie tiene una información concreta acerca de lo que el criminal virus invisible  está haciendo de la población aldeana. Cuando todavía no había o no hay pacientes de Covid en las instalaciones del Velódromo, al cual alguien apuntó que sería provisionalmente convertido en hospital, ya ayer decía que estaba atestado de enfermos.

            En donde menos se creería que las cosas andan mal, ocurre en la principal plaza comercial de la ciudad. Sus locales permanecen en mayoría cerrados, los cines igual y ya se despidieron definitivamente un restaurante y cuando menos cinco establecimientos con diversos giros empresariales. En sus pórticos aparece el letrero “Se Renta” y en el área de comida rápida solamente tres negocios han reabierto; asimismo, se ignorasi el resto ya clausuró sus actividades o espera un porvenir menos incierto, que permita a sus dueños ingresar a la nueva normalidad.

            Históricamente es la primera vez que en la aldea se aprecia semejante panorámica. Las viejas familias de la ciudad no salen de su asombro, jamás se habrían siquiera imaginado un hecho similar. Cuando se hizo el anuncio sobre la aparición del coronavirus en China y luego en Italia y España, los aldeanos suponían y presumían asimismo que algo igual no ocurriría en este México herido por tantas calamidades, unas generadas por sus propios habitantes y otras porque la naturaleza actúa en el orden universal.

            En medio de todo esto, anuncia la tv por la mañana que aterrizó el Boeing procedente de China número 23, con su preciosa carga de más ventiladores y equipo de protección para el ejercicio de los médicos que se encuentran en el frente de guerra contra el virus. Paralelamente, a través de las redes sociales los propios galenos informan de colegas suyos que pierden la vida en cumplimiento de su deber, sin reconocimiento alguno por parte de las instituciones públicas.

            Lo último, que el presidente Andrés Manuel López Obrador acusa que los “medios” son amarillistas, al destacar que en México se han registrado más muertes por la Covid 19 que en Francia o España aduciendo que en ambos países europeos su población es por ejemplo de 56 millones de habitantes en Francia y en este país la población anda en los 130 millones de personas.

            Una imagen que nadie habría querido imaginar, pero que allí está, que en la aldea genera una verdadera alarma, y es que el discurso que evoque un gesto de serenidad y que le reitere que en algún momento las cosas volverán a ser como antes, tampoco aparece por ninguno de sus cuatro costados. 

JUZGADOS DEL FUERO COMÚN CAMBIAN, O MAYOR SERÁ LA TRAGEDIA

            Parcialmente los juzgados del fuero común comenzaron a reabrir sus puertas, pero solamente para recibir casos emergentes o que requieran de una respuesta rápida por parte de sus jueces.

            Sobre quien decide lo que es un asunto esencial, queda en manos de una autoridad que suele ser fría, calculadora y en muchos ejemplos perversa.

            Cómo ha de interpretarse que un procedimiento que generalmente lleva meses y años o queda en el olvido, ahora vaya a ser reconsiderado sobre su puntualidad, exigencia o dinámica, así que la cantidad de carpetas, antes expedientes sumaba los cien mil en espera de una resolución, cuántos miles más sumará en el porvenir inmediato, que es el presente, para alcanzar una respuesta que resuelva una conjetura en conflicto para el grueso de solicitantes, no solamente que se aplique la ley, sino que se haga la justicia.

            Mucho se ha advertido lo que otros países, incluidos los demás de esta sufrida América Latina, en donde el ejercicio de tribunales se ha dinamizado al máximo, como es el caso chileno, en donde con una sola audiencia, a través de zoom, el juez determinó la disolución de una sociedad matrimonial, ordenando la separación de cuerpos y la guarda y custodia de dos menores hijos, sin mayores complicaciones, bajo la asesoría de parte de cada cónyuge de sus abogados.

            En el Estado de México, ídem, una adopción se dio en tiempo récord y sin pisar las instalaciones de los juzgados, un juicio exprés através de conferencia televisiva, con sus litigantes y clientelas en sus respectivos domicilios y el juez desde su cubículo dictó el acuerdo de rigor.

            La carrera de Derecho, como se estudia en la universidad de Harvard, reduciendo su tirilla de asignaturas, porque la escuela presume que prepara a futuros litigantes para ejercer como asesores en problemas de familia y negocios y conflictos, que no necesitan de volúmenes, que solían brindarnos los académicos, a cuyo cargo estaba verbigracia la materia de Derecho Romano, aplicable hace 500 años seguramente, pero sin ninguna trascendencia en estos días.

            Constancia de su innecesaria aplicación en la carrera de Derecho que ofrece el Instituto Tecnológico de Monterrey, no figura como materia de estudio. En cambio, se cursa “Derecho Anglosajón”, por obvias y justas razones. 

            La interpretación de los códigos requerirá como en la vieja escuela de los juristas, de una amplia base cultural y la certeza de que sus juicios van a resolver una controversia, en la que uno de los actores del pleito uno pierde y el otro gana.

            Ciertamente, si siguen sin reabrir las puertas de los juzgados del fuero común en la aldea, quizá tenga que ver con que los espacios dentro de sus edificios están verdaderamente congestionados de burócratas y miles de carpetas, las cuales, al no contar con anaqueles y archiveros suficientes, las concentran amontonándolas debajo de los escritorios o en el que ubican como el más adecuado rincón de sus hacinados despachos.  

COMO ANTAÑO, PATRULLEROS DE TRÁNSITO, A LA CAZA DONDE SIEMPRE  

            En lo que hace a una sola asignatura, la de tránsito y educación vial, el tránsito y la vigilancia en cruceros y avenidas se da en forma semejante, como lo hacían los uniformados de color caki, pito en la boca, reconocidos por el uso de un lenguaje un tanto grotesco, exigentes a la hora de pedir documentos y luego, bajar el tono de su voz y suavizar la medida que concluiría en asestarle  la “mordida” al automovilista o camionero que se dejara.

            La misma fotografía se repite, otrora en blanco y negro, ahora en color y hasta en video y teléfono celular.

            Pero vea usted, el alcance del cerebro de inmediatos superiores sigue sin mostrar cuál será un programa que distinga a la 4T, porque mandar a la calle a patrulleros y motociclistas para atrapar a potenciales infractores de la ley de la materia, continúa sin registrarse en la vida cotidiana de nuestras ciudades.

            Desde tiempos en que la dependencia la dirigió el ganadero Octavio Gómez, para citar el caso más atractivo, dicho personaje, dicharachero y duro contra los “violadores” de la ley, como calificaba a los conductores de vehículos de motor, colocaba patrullero y motociclista en las entradas de Xalapa, tanto viniendo de México como del puerto de Veracruz. Dos entradas cubiertas para cazar a camioneros, traileros y piperos sobre todo, pero que debían abrir sus carteras y soltar los pesos y centavos para no ser infraccionados.

            Sexenalmente, la misma práctica los agentes de tránsito y ahora viales, del color del uniforme que usted quiera y mande, pero con la misma misión.

            Justo en las entradas a la capital del estado rico de Veracruz, todos los días, en horarios estratégicos aparecen en espera de automovilistas los cazas patrulleros, ahora acompañados inclusive de una grúa, algunos malvados aseguran que por obligación y ausencia de medidas de prevención y otras habrá automovilistas que invaden rúas en sentido contrario o protagonicen “choques” por alcance.

            Por supuesto, que ya sin semáforos, el asalto es mucho más fácil realizarlo en las avenidas de la ciudad, como pueden dar fe numerosos automovilistas, que no encuentran ningún distingo entre los tamarindos de hace 50 años y los agentes y patrulleros de la actualidad. Una mayoría como antes, ignora si aplica la ley o el reglamento, difícilmente guarda en la memoria contenidos jurídicos y menos puede interpretar sus contenidos jurídicos.

Conuna facilidad franciscana este servidor público, cae en la cuenta que más vale recibir un “cochupo” o una gratificación, a tener que imponer una multa más allá, de la cantidad que podría presumirse que debe rendir a sus inmediatos superiores.

            Como es del dominio público, tránsito, como institución pública, siempre ha estado expuesta a que se le identifique o relacione con asaltos no precisamente en despoblado, sino utilizando una patrulla, luciendo un uniforme y que el agente vial, ahora porte una pistola al cinto y  cargue una ametralladora cruzada al pecho, ataque que suele quedar en el anonimato, porque difícilmente alguien lo acusa. Es todo.

Personajes, inventados, más que para agilizar el paso de vehículos de motor, operan  repitiendo lo que fue el tránsito en el periodo neoliberal y tal vez, ahora con un distintivo, que se impone cualquiera de estos agentes viales, porque a diferencia del pasado, ahora lucen un camuflaje para su personal protección en extremo. Es todo.