Nélida Piñon traza un diario furtivo

  • En su más reciente libro, la escritora brasileña crea un lienzo de ideas sobre el amor y la pasión literaria.

CIUDAD DE MÉXICO.

Cuando Nélida Piñon (Río de Janeiro, 1937) supo que le quedaba menos de un año de vida, imaginó sus últimos días en la escritura de un diario íntimo.

La consecuencia fue la base de Una furtiva lágrima, un rompecabezas de reflexiones y recuerdos que abordan temas como el tiempo, el amor, la infancia, la tragedia, la pasión y la escritura, el cual ya circula en las librerías de México.

Dos meses después supo que el oncólogo se había equivocado. Sin embargo.  ella continuó con aquel ejercicio del pensamiento.

Nélida Piñon es una de las autoras en lengua portuguesa más importantes de nuestro tiempo, ha ganado premios como el Príncipe de Asturias de las Letras (2005), el FIL de Literatura (1995), es candidata permanente al Nobel de Literatura y autora de libros como Aprendiz de Homero, Corazón andariego y La camisa del marido.

En entrevista con Excélsior revela que pronto lanzará su próxima novela, que llevará por título Un día llegaré a Sagres, situada en el siglo XIX, donde cuenta la historia de un campesino que  cruza la historia y la geografía portuguesa.

CORTEJO FÚNEBRE

Para abundar en el origen de Una furtiva lágrima, la autora empieza por aclarar que ella es una creadora de tiempo completo  y que, por ahora, permanece en el refugio de su casa como desde el pasado 12 marzo.

“Yo no empecé a escribir este libro porque estaba con poco tiempo de vida, sino que sólo incorporé la novedad de morir temprano a mis hechos literarios”.

Y añade: “Soy una mujer que ve la vida como escritora, es decir, que convierte la vida y le da una función. Eso me parece muy bien, porque en la vida existe la convocación del arte y quiere que la consideren un arte superior, es decir, que ésta no sea vana, vulgar ni provisional. La vida quiere que la registremos y que le demos atención, porque no se puede vivir distraído”.

Desde esa idea, revela el origen: “Inicié una especie de diario, un cortejo fúnebre, aunque siempre estoy pensando en escribir, porque soy una mujer que siente devoción por la capacidad humana de pensar. Es un milagro y ese pensamiento es fomentado por palabras que tenemos; algunas son fútiles, otras necesarias, porque son cotidianas, y otras están destinadas a la grandeza del vocabulario, del diccionario y de la creación humana”.

Entonces, “soy una persona que no puede imaginar su vida sin el hecho de pensar lo que vive y lo que piensan los demás. Y, aunque seamos solitarios, pertenecemos a una aglomeración, a un ágora griego y estamos todos juntos, uno atado al otro. Así fue que me dediqué a hacer reflexiones, narrativas y evocaciones”, explica.

¿Cómo le tomó el covid-19?, se le pregunta. “Hace dos años y dos meses empecé una novela en Lisboa, donde me quedé un año, porque tenía la intención de hacer pesquisas e iniciar Un día llegaré a Sagres. Entonces ya vivía muchas horas en casa, aunque también viajaba por Portugal, con mi secretaria y mi perrita, para mirar el paisaje, porque éste tiene un impacto narrativo y me cuenta de los siglos pasados”.

“Cuando escribo, tengo el poder de arrinconarme, de quedarme solita y soy capaz de quedarme así por largo tiempo. Soy mundana en el mejor sentido. Pero también soy una mujer que escribe ocho o 10 horas al día. Pero cuando llegué a Brasil, seguí escribiendo y en eso llegó esta tragedia universal. Así que estoy en casa, encerrada desde el 12 de marzo y no he visto más que a una señora que viene a hacer limpieza, a una profesora y mis perritas”.

¿Qué le dicen las noticias? “Delante de la tragedia que estamos viviendo, las muertes, el hambre, el desempleo, pienso que estoy bien, porque tengo el hábito de encerrarme por meses y me gusta estar sola cuando escribo. Al mismo tiempo, soy una mujer curiosa, tengo inquietudes muy fuertes, leo periódicos nacionales e internacionales y hago pesquisas de los siglos que me gustan. Soy una mujer con una inquietud intelectual muy intensa”.

“Entonces, me doy cuenta de que todos estamos padeciendo transformaciones internas, cada quien en la medida de su trascendencia y con su capacidad para absorber las heridas”, detalla.

“También me doy cuenta que el ser humano ampara su sentido de la felicidad, del placer y del gusto junto al olvido, porque debe olvidar para ser feliz. Lo que pienso es que tendremos consecuencias muy dramáticas y difíciles. Pero frente a la posibilidad de tener placer y un momento de felicidad, la gente también hará todo por olvidar los horrores que ha vivido”.

Sin embargo, reconoce que no puede dibujar las consecuencias del covid-19.

“No puedo decirte qué tipo de ser humano vendrá de esto o cuál será nuestro aporte histórico. La economía será penosa, temible y algunos ámbitos se transformarán, pero no sé qué va a pasar”.

TOMAR LOS VESTIGIOS

En su más reciente libro, Nélida Piñon reconoce que cuando escribe, intenta integrar todas las tradiciones de la humanidad y ella misma explica esa idea.

“Siempre digo que soy una persona múltiple, y aquí me permito citar una frase que repito a menudo: ‘Para ser moderno, hay que ser arcaico’, es decir, todos debemos entender los sentimientos que tuvo un etrusco o alguien de Babilonia. Necesitamos tener en cuenta todos los vestigios de la civilización. A mí me fascina visitar los siglos pasados y recabar sus tradiciones, sus misterios, convicciones y búsquedas”.

“No creo en los límites. Así que no puedo decir que sólo soy una brasileña o una mujer de mi siglo. Yo intento ser todo lo que no puedo ser y hay que tener una sensibilidad universal. El gran Terencio decía que lo humano no le era ajeno y yo también creo en eso”, afirma.

¿Por qué considera que el mal ha superado la imaginación? “Sí, esa frase perdura. El mal supera mi imaginación y mis padecimientos, mi posibilidad de justificarlo. Pienso que nada justifica la crueldad ni el derecho natural ni la venganza. Nada puede justificar la atrocidad.

“Hace poco platicaba con un amigo muy culto y encantador, quien está convencido de que emergerá una nueva humanidad.

“Yo creo que eso es una ingenuidad total. Lo que puede pasar es que mejoremos un poco, por algún tiempo, pero luego las carencias y las urgencias humanas, que son predominantes, nos llevarán a practicar las mismas crueldades. Pienso que el ser humano es de una crueldad ilimitada y que también puede ser sublime”, concluye.