Sean Connery, de escocia con amor

  • El actor fue una leyenda del cine gracias a ser el primer James Bond de la saga, amante del deporte y que soñó con la independencia de su nación.

CIUDAD DE MÉXICO.

Los gélidos suburbios de Edimburgo, particularmente al oeste, en Fountainbridge, fueron recorridos por un jovial lechero que, a toda costa, quería ayudar a sus padres a sobrevivir y llevar dinero a la casa. Su papá se mataba en la fábrica y su madre prestaba servicios de limpieza para darle un mejor futuro.

Su piel, desde los 16 años, fue tatuada con la leyenda “mamá y papá” y “Escocia por siempre”. Era impensable que un chico de clase media baja, en ese entonces, se iba a convertir en leyenda, en el mejor agente 007 y un elegante caballero condecorado por la Orden del Imperio Británico.

Fue Sir Sean Connery. Y falleció durante su sueño ayer en Bahamas, donde residía y estuvo rodeado por su familia. “Estamos tratando de asimilarlo, ya que sucedió de pronto y a pesar de saber que mi padre no se había sentido bien durante ya hace tiempo”, dijo a la BBC su hijo Jason.

Le sobreviven su otro hijo Stefan y su esposa Micheline.

“Es un día triste para todos los que conocieron y lo amaron, y por supuesto para toda la gente que disfrutó del maravilloso regalo de su actuación”, agregó.

No se dieron más detalles de si Sean padecía alguna enfermedad importante. Sin embargo, el escocés lidió por años con pólipos cancerígenos en su garganta y se sometió a radioterapias, además de serle retirado, a través de una cirugía, un tumor de su hígado, en 2006.

Y durante su juventud le fue detectada una úlcera gástrica por lo que fue dado de baja de la marina, donde perteneció al escuadrón antiaéreo y al portaaviones HMS Formidable.

Cinco décadas de carrera. Su vida estuvo en el cine, pero sus intenciones como parte de la clase obrera eran otras. Le fascinaba el mundo del fisicoculturismo y participó en 1953 en el certamen Mr. Universo, además de jugar futbol para el club escocés Bonnyrigg Rose, ahora parte de la quinta división profesional.

Y era tan bueno en el balompié que Matt Busby, entrenador longevo y leyenda del Manchester United, lo intentó fichar por 25 libras a la semana y Sean le dio las gracias porque sentía que, a sus entonces 23 años, no le quedarían más que siete años en un nivel aceptable. Hasta sus últimos días fue aficionado a los Rangers FC.

Y aquí comenzó su legado. La pasión por el deporte no pudo con lo que la actuación le deparó. Regresando a su fanatismo por el culturismo, ahí le animaron a audicionar para un rol en South Pacific, que terminó siendo su primera obra de teatro en 1954 y donde conoció a su mejor amigo, Michael Caine.

Su andar por el teatro fue muy enriquecedor. Fue de menos a más, de obras de William Shakespeare hasta Marcel Proust y Tolstoi, entre otros. El cine lo sedujo y le dio la oportunidad, para nunca dejarlo ir, en 1957, para el filme No Road Back, de Montgomery Tully.

Su porte, elegancia, romanticismo y clase en sus diálogos, llamaron la atención de los productores que estaban por empezar a preproducir las películas basadas en el agente 007, creado por el escritor Ian Flemming, quien fue el primero en cuestionar a Eon Productions, en elegirlo para encarnar a su personaje donjuán, escurridizo y valiente. Decía que estaba muy sobrevalorado.

El resto es historia. Le calló la boca e hizo que se tragara sus palabras, al grado de que, según Daily Mail, Flemming publicó en las secuelas de sus libros que James Bond tenía ascendencia escocesa.

La primera de la saga fue Dr. No, en 1962, seguida de From Russia With Love (1963), Goldfinger (1964), Thunderball (1965), You Only Live Twice (1967), Diamonds Are Forever (1971) y Never Say Never Again (1983).

Como todo hombre de acción y atlético, Connery estaba completamente comprometido con la ejecución de escenas de acción, incluso en la famosa escena en el estanque con tiburones de Thunderball, cuya anécdota dice que Sean fue acechado por un escualo que evadió la valla construida para proteger y separar al actor.

La saga lo hizo un símbolo sexual, acreditado formalmente a sus 65 años por la revista People, pero, irónicamente, terminó odiando al personaje. Ya no quería participar y renunció al rol desde la penúltima cinta porque las tramas eran completamente repetitivas. Michael Caine reveló posteriormente que estaba casi prohibido sacar el tema o siquiera mencionar el nombre de James Bond durante las reuniones.

“La gente lo reconocía en las calles como el agente 007 y se enojaba”, dijo Caine a The Observer, “pero él era mucho mejor actor como para ser encasillado”, agregó.

Y cuánta razón tuvo. Sean Connery alcanzó el Oscar como Mejor Actor de Reparto en 1987 gracias a la adaptación de Los Intocables, de Brian De Palma, un BAFTA como Mejor Actor por El nombre de la rosa, en el mismo año, y tres Globos de Oro.

Su carrera tuvo de todo posterior a ser el carismático y calificado como el mejor agente 007, pues narró un documental para la FIFA, sabiendo su fanatismo por el futbol; llegó a ser parte del mundo de Indiana Jones, La Roca y hasta en la adaptación de la novela gráfica de Alan Moore, La liga extraordinaria, que desafortunadamente fracasó en taquilla y tuvo malas críticas tanto del célebre y extrovertido escritor, hasta de los fans del cómic.

Precisamente su personaje de Allan Quatermain fue el último que lo vio en la pantalla grande, después vino una aparición en un documental y la voz para el videojuego From Russia With Love, que evidentemente mostró que hizo las paces con James Bond, y la aportación de su voz para el personaje animado de Sir Billi, una cinta británica.

Sean tuvo en sus manos el guion de la primera parte de El señor de los anillos, dirigida por Peter Jackson, pero declinó ser Gandalf El Gris debido a que no le hizo ningún sentido la historia de J. R. R. Tokien.

Oficializó su retiro de la actuación el 8 de junio de 2006, rechazando también la propuesta de Steven Spielberg para participar en la cuarta parte de Indiana Jones. Se quedó conforme con el legado que alcanzó y la condecoración de parte de la reina Isabel en 2000.

Sir Sean Connery tuvo una vida privada lejos de las revistas de chismes; sin embargo, cuando sus escándalos fueron filtrados e investigados, fue muy señalado. En 1993 fue fuertemente criticado y catalogado como misógino y macho al declarar y sugerir a Vanity Fair que había mujeres que buscaban ser golpeadas. “Eso buscan, la última confrontación”, comentó.

Incluso, con su primera esposa, Diane Cilento, fallecida en 2011 y madre de su hijo Jason, hubo rumores de abuso doméstico, de acuerdo con Daily Mail. En 1975 se casó con Micheline, quien lo acompañó hasta su retiro en el Caribe, en Lyford Cay, donde en los 90 adquirió una mansión.

Las propiedades y los impuestos se volvieron otra piedra en su camino, pues fue acusado de evasión en el Reino Unido y en España, aunque posteriormente su situación fue aparentemente aclarada con documentos en mano.

Un nacionalista aguerrido que luchó y apoyó la independencia de Escocia hasta el final a través del Partido Nacional Escocés.

Las últimas veces que fue visto, fue en Nueva York, en 2017, y jugando golf hace casi tres meses en Bahamas, un deporte que era menos desgastante que el balompié, pero con el que se relacionó con personalidades desde Roberto De Vicenzo, hasta Daniel Craig, el más reciente sucesor en el esmoquin del 007.