FUEGO

Maricarmen Delfín Delgado

Contemplo tu figura en reposo sobre la almohada, tu descanso me place, recuerdo  el motivo que te hizo desfallecer momentos antes, cuando en la lúdica tibieza las caricias, como hojas de otoño, iban a donde el suave aire del aliento las llevaba sin saber dónde aterrizarían. Revivo en mi mente tu mirada destellante que se fijaba en la mía, cascadas luminosas al explotar las emociones en el cielo profundo de tu figura.

Fuego encendido apenas fulgurante, las llamas danzan al compás del vals de cálidas notas, los azules tonos de la íntima flama se tornan en áureo reflejo, pétalos de sol brotando por los poros, remolinos de ansiedad circundan el cuerpo.

Hoguera encendida iluminando el entorno, sombras entremezcladas para formar una sola, oleadas de calor reaniman la esencia del espíritu, movimientos que atizaban la leña, lenguas de fuego brotan escupiendo un torrente, la temperatura escala el ambiente que invade el momento, cobijo de Hefesto en abrazo con Afrodita.

Rojo y púrpura en las venas que amenazan con traspasar la piel, remolino que absorbe los cuerpos, aleteo de mariposas cruzando el vientre, respiración jadeante al tictac del reloj, el corazón en un estallido, fusión inminente derritiendo la materia, explosión de vida y pasión.

La ardiente marea baja lentamente para posar ya tranquila su brisa en la tierra calma de los cuerpos, entibiado reposo, descanso guardado en el pebetero de las entrañas, tesoro de la intimidad como el regalo de los dioses.

Cuido tu sueño, me acomodo en tu espalda, acaricio tu cabello después de traspasar la puerta del paraíso.