ANTOLOGÍA DE CUENTOS ‘LAS VOLADORAS’, PROSA INFECTADA POR EL HORROR

  • Brujas legendarias, mujeres afectadas por la violencia, terremotos apocalípticos y mujeres que se lanzan desde lo alto de la montaña son algunos de los protagonistas de Las voladoras de la escritora Mónica Ojeda.

CIUDAD DE MÉXICO.

Brujas legendarias, mujeres afectadas por la violencia, terremotos apocalípticos y mujeres que se lanzan desde lo alto de la montaña son algunos de los protagonistas de Las voladoras, antología de cuentos (Páginas de Espuma) de la escritora Mónica Ojeda (Ecuador, 1988), seleccionada como una de las voces literarias más relevantes de Latinoamérica.

Partí de hacer un abordaje creativo del gótico andino, un género que, teóricamente, no está abordado. Básicamente, son historias que trabajan con el miedo y el horror que genera la violencia, pero a partir de una geografía específica atravesada por volcanes, por la cordillera de los Andes, pero también con una historicidad y una simbología en donde se genera una imaginería que transforma, es de alguna manera la forma como entendemos y contamos esa violencia”, aseveró la también autora de La desfiguración Silva.

¿Qué son las voladoras? “El primer cuento, titulado Las voladoras, se inspira en un relato oral que existe en la sierra ecuatoriana, en un pueblo que se llama Mira, una aldea rural con esta figura de las voladoras, donde cualquier mujer por la noche puede entrar en trance, subirse a los tejados y untarse las axilas con miel.

Y agrega: “A partir de ese relato oral, lo que hice fue un ejercicio de trabajo alegórico, porque tal como sucede en los relatos orales están hechos para ser cambiados, porque la oralidad no es fija, no está fosilizada. Así que las hice cíclopes e inventé muchas cosas que no están en el relato oral, pero lo que me interesaba era tomar el espíritu simbólico y alegórico del relato oral, donde se puede sentir el terror a las mujeres que tienen un determinado conocimiento o que hacen cosas que son aparentemente indebidas”.

¿También está el ángulo de la violencia cotidiana como en el relato Cabeza voladora? “Sí, aunque no se trataba de un cuento sobre el hecho de que matan mujeres y hay que denunciar. En ninguno de mis cuentos trato de denunciar nada. No sólo era el hecho de que le cortan la cabeza a una chica, sino de la culpa que siente la vecina y carga un duelo al preguntarse cómo es que nunca sospechó la situación que derivó”. Pienso que las capas de la violencia son tan tremendas e infinitas que es muy fácil para mí no caer en el cliché. El cliché es la superficie de la violencia, pero la violencia para trabajar en literatura tiene tantas capas que no nos atrevemos a mirar cuando estamos en la vida diaria. Sin embargo, no sólo el arte es capaz de hacernos mirar tan hondo sin pasar tanto mied