CEMENTERIO ANTIGUO DE XALAPA, PODRIA HABER SIDO UN PARQUE

60 SEGUNDOS

RAUL GONZALEZ RIVERA

CEMENTERIO ANTIGUO DE XALAPA, PODRIA HABER SIDO UN PARQUE

                Corrían los días del trienio municipal que encabezó el alcalde Ignacio González Rebolledo, cuando alguien sopló a su administración que en lugar de que siguiera funcionando el cementerio antiguo de Xalapa, allí sobre la avenida 20 de Noviembre, en esquina con la calle 5 de Febrero, este se cerrara y en su lugar, fuera construido un hermoso y amplio parque, se pretendió justificar.

                Sin embargo, la primera y más importante oposición-según se cuenta por quienes se vieron involucrados en contra del proyecto mencionado-la encabezó la familia Fernández debido a que en sus interiores descansan precisamente los restos históricos de ancestros suyos y posteriormente, familias antiguas de la ciudad, igual, se manifestaron en contra de la desaparición del panteón en cuestión.

                En efecto, se trata de un recinto sepulcral que data de hace cuando menos 150 años, y era el único adonde se sepultaban los restos mortales de hombres leyenda, como también de ilustres docentes de la academia, la medicina, el ferrocarril y otros personajes que vieron la luz primera entre los siglos XIX y principios del XX.

                Allí se encuentran en su descanso eterno el pedagogo Enrique C- Rébsamen y el industrial don Justo Fernández López.

                El panteón hacia los años 80 todavía abría sus puertas a difuntos de conocidas familias xalapeñas, las cuales pusieron el grito en el cielo, cuando el alcalde Ignacio González Rebolledo se proponía junto con acuerdo de su cabildo cerrar sus puertas, trasladar las tumbas y mausoleos y criptas al resto de los panteones de la ciudad, preferentemente el Xalapeño y el de Palo Verde.

                Mucho se dijo sin poder confirmarse en realidad, la autoridad que proponía su cierre era el gobernador Agustín Acosta Lagunes y pedía que en su lugar se edificara un monumental parque de recreo para las familias y ciudadanos del rumbo, lo cual ahora no suena descabellado, pero en aquellos días, se consideró hasta como un atentado y falta de respeto, a los difuntos sepultados en sus criptas y los familiares de éstos.

                Cada año, en fecha con que se recuerda a los muertos, el desfile de sus deudos, era impresionante. Procedían de todas las entidades del interior del país, para testimoniar su respeto a   los abuelos y padres que allí tenían su descanso eterno. El panteón no deja de ser monumento para la antropología e historia. Ocupa lo que constituye una manzana sobre tres calles 20 de Noviembre, 5 de Febrero y Landero y Coss.

                Al anunciar González Rebolledo su demolición como cementerio, numerosas familias se apresuraron para exhumar los restos de sus parientes allí sepultados y poder trasladarlos a los dos panteones  administrados por instancias de gobierno estatal y local El Xalapeño y el de Palo Verde, evitándose de esta forma, que el panteón antiguo, fuera reducido a un parque, que ahora a la distancia se sospecha que habría  sido un excelente sitio, primero para el esparcimiento de las familias aunque más tarde, se temía que podría haber dado lugar a la reunión de viciosos, adictos y adoradores de las bebidas espirituosas.

                Sin embargo, ahora los vecinos que radican en torno al antiguo panteón sin uso, lamentan que las lápidas y mausoleos, cuentan con sendos jarrones abiertos, los cuales generalmente mantienen agua de lluvia al tope, pero de igual forma envían la alerta porque allí se anidan millones de mosquitos transmisores del dengue y otras epidemias, como la influenza, que tantos dolores de cabeza han asestado a la salud pública local. Esperemos.

PRIISTAS DE LA ALDEA VERACRUZANA, SIGUEN SIN SABER HACIA DONDE SE ALINEAN

Por increíble que parezca, la familia priista sobre tierras veracruzanas se encuentra desorientada, ignora qué hacen sus líderes estatales-si es que los hay- porque un líder natural lo encuentran muy difícil que se aparezca en la escena y en los cubículos del edificio de Moreno y Ruiz Cortines.

La casa oficial de los asociados del viejo régimen, luce desierta la mayor parte del tiempo. Y aunque se cuenta que lo representan dirigentes estatales, las mayorías de jóvenes sobre todo ignoran quiénes son, en dónde están, o que hacen para ir al rescate de ese membrete. La escuelita de cuadros, que con tanto entusiasmo dirigió por años el abogado Luis Filidor, prácticamente ha cerrado sus puertas.

La única ocasión en que lucieron los dirigentes partidarios, ocurrió durante el sexenio del gobernador Rafael Hernández Ochoa, es decir, cuando una cauda de jovenzuelos formados en las aulas universitarias, fueron incorporados a la campaña priista del entonces candidato Hernández Ochoa, un personaje desconocido para las aplastantes mayorías, ávido de que se supiera que había sido secretario del trabajo y que era compadre del presidente Luis Echeverría Alvarez.

Aquellos jóvenes, o muchos de ellos equivocaron la mira de hacer del partido en el poder, un instrumento para fomentar el bienestar de la sociedad, así que desde sus años mozos iniciaron una carrera por alcanzar los cargos públicos y enriquecer con el presupuesto estatal a manos llenas.

Desgraciadamente, en su larga estancia en la cosa pública, obnubiló a una mayoría de aquellos modernos beneficiarios de la revolución mexicana, que olvidaron ir por el camino de formar un partido con auténticos valores. Tiempo que se traduce en 50 años de vivir al amparo de los huesos públicos y de ser sus responsables los autores del traspiés que llevó a su membrete le llevó a perder su hegemonía, cuando en realidad la oposición partidaria, eso era en la vida cotidiana y política de todos los días, prácticamente como tal, inexistente.

En la hora actual, los pocos socios que le quedan en el camino al viejo régimen tricolor, algunos se preguntan, porqué este silencio sospechoso de los líderes estatales, no dan visos de que existan y mucho menos de que estén realizando alguna faena, por la reivindicación de sus siglas, o bien, no pocos se auto-cuestionan si deben incorporarse con Morena, el PAN o lo que queda también del PRD.

Total, de tránsfugas y traidores, están repletas las filas de cualquiera de los partidos políticos del supuesto sistema que los aglutina sobre tierras mexicanas. Al tiempo.

CUANDO LA INSEGURIDAD SE REDUCIA AL ROBO DE MENESTEROSOS POR HAMBRE

Violencia, inseguridad, pobreza, desempleo, son asuntos que ahora conforman el registro de sucesos que la ciudadanía en cualquiera de los municipios veracruzanos tiene que atender cuidadosamente a diferencia del pasado ya lejano, en el que las familias podían disfrutar sus días en el parque público, el cine, los deportes, y los juegos no caros, que hacían de los chiquillos y adolescentes la alegría, la cual está haciendo falta sobre todo en momentos de pandemia.

En los años 60-70 del anterior siglo XX, la delincuencia era menor, pues se reducía a los ladronzuelos de comida en los establecimientos, las tiendas de abasto en semillas y otros comestibles, que inclusive, no alcanzaban las ocho columnas de los periódicos, cada que las policías realizaban sus redadas y atrapaban a los autores de esos atracos por hambre. La propia ley, perdonaba a quienes violentaban por vez primera sus contenidos y quedaban fuera de la cárcel.

Esto viene a la mesa de los debates, porque nuestras ciudades se transformaron y suelen estar sobre el filo de la navaja, ya que la violencia asoma sus fauces en cualquiera de los cuatro costados de nuestras ciudades.

Atrás quedaron los días, en que la calle era ganada por los infantes para jugar el futbol y el béisbol callejeros-  realizar las suertes con el trompo, el yoyo, las canicas, empinar el papalote, la paloma y la estrella, era un deleite. No había tregua para la diversión sana y creativa de los infantes de aquellos ayeres, más que la caída de la noche, para conciliar el sueño y descansar. A los bares y cantinas ingresaban solamente los mayores de 18 años de edad, y difícilmente los adolescentes y jóvenes gustaban de las bebidas embriagantes.

La policía se mantenía expectante, pero como realizaba sus recorridos a caballo, nada de patrullas motorizadas ni motociclistas abusivos y prepotentes, mantenía un estrecho contacto con las familias buenas de la ciudad. El clima que se respiraba era otro, más sano, limpio y sin pestilencias como las que ahora se tienen que consumir las 450 colonias que conforman el Xalapa de estos tiempos. Los estupefacientes eran conocidos de oídas, pues no había adictos ni siquiera fumadores de los cigarrillos tradicionales. Los padres de familia ejercían su autoridad, los hijos obedecían, respetaban y no se atrevían a rebasar esa barrera invisible.

El cine se reducía a cuatro salas, nada de avances   que reseñaran cintas de violencia, sexo y licores. El cine clásico mexicano, por algo gano la fama de ser de la época reconocida de oro. Esta capital contó con los cines Radio, Xalapa, Variedades y Lerdo. Todos ellos cerraron puertas en diferentes momentos, cuando abrieron las plazas comerciales e incluyeron éstas salas con los avances de la tecnología al último grito de la moda en dicha materia. La industria del celuloide quedaría bajo llave indefinidamente.

La otrora Atenas veracruzana, hoy es una ciudad exclusivamente de burócratas, académicos y estudiantes- La recolección de basuras durante poco más de medio siglo, la realizaban los camiones de la limpia pública, recogiendo las basuras casa por casa de la ciudad. En ese entonces operaban dos fábricas, la de San Bruno y la de El Dique; las caleras Nachón y la de Banderilla, la fábrica de Metálicas Galindo y la firma Triplay Veracruz, dedicada a la manufactura de puertas de madera y la empacadora de chiles xalapeños, con tanto prestigio mundialmente, no obstante que aquí no se sembraban ni cultivaban.

La vida del común de la gente, transcurría con una singular sencillez para el grueso de la población capitalina. Los políticos tampoco mostraban ansias por alcanzar el poder y enriquecer escandalosamente, como sucedería años más tarde.

Para el común de los ciudadanos, era natural encontrarse en la calle caminando o en el parque Juárez a sus principales autoridades. Viejos xalapeños recuerdan ese pasado con el gobernador Antonio M. Quirasco y con el gobernador Agustín Acosta Lagunes.  Alcaldes que mantuvieron su cercanía con el pueblo, sobre la arteria pública los abogados Fernando García Barna, Othoniel Rodríguez Bazarte, así como el doctor Pedro Coronel Pérez y el pentatlonista Carlos Padilla Becerra.

Fueron otros tiempos sin duda, muchos dicen los mejores, porque la violencia e inseguridad en Xalapa no alcanzaban más que dos columnas perdidas en las incipientes páginas rojas de los periódicos. La sociedad era más confiada, amable y accesible. Es todo.