Terror en la frontera; obtener asilo o salvar a su hija, el dilema de un migrante

  • El iraquí kurdo Karwan venció varios obstáculos para huir de su país y llevar a su familia a Bielorrusia, pero en un área boscosa de Polonia su bebé enfermó de gravedad y el sueño de una mejor vida se esfumó.

CIUDAD DE MÉXICO.

El hombre caminaba en círculos por el bosque polaco cubierto de lluvia y arrullaba a su hija enferma que deliraba después de pasar tres días casi sin comer ni beber agua mientras las temperaturas se acercaban al punto de congelación. Estaba empapado, temblaba y tenía que tomar una difícil decisión.

Su hija de dos años tiene parálisis cerebral y epilepsia. Necesitaba atención médica inmediata. Su padre, un iraquí kurdo que se identificó como Karwan, había llevado a su familia a cruzar la frontera de Bielorrusia, pero ahora estaba en un área boscosa patrullada por soldados polacos y guardias fronterizos.

La decisión que debía tomar era muy cruel, ya que buscar ayuda médica significaba que tendría que regresar a Bielorrusia y sería el fin del angustioso trayecto de su familia hacia Europa.

Yo puedo llamar una ambulancia, pero los guardias fronterizos vendrán con ella”, le dijo a la familia Piotr Bystrianin, un activista polaco que llegó a ayudarles y que explicó que ellos querían conseguir asilo en Polonia.

La familia de Karwan se había topado con una lucha geopolítica entre Bielorrusia y Polonia que ha escalado hasta convertirse en un desastre humanitario para Europa creado por el ser humano.

De acuerdo con las autoridades polacas, en las últimas semanas han muerto al menos cinco personas que cruzaron la frontera de manera ilegal a Polonia, algunas de hipotermia y agotamiento y tres casi ahogadas en un pantano.

A medida que empeoren las condiciones del clima, morirán muchas personas más”, señaló Bystrianin. “Nuestro gobierno trata a estas personas peor que a los criminales y las llevan a la cárcel como si no fueran seres humanos, sino basura de la cual deshacerse. ¿Cuál es la idea? ¿Matar a la gente?”.

El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, es acusado de usar a los migrantes para castigar a la Unión Europea porque le impusieron sanciones, luego de las fuertes represiones que llevó a cabo tras unas elecciones competidas el año pasado.

Marek Nazarko, alcalde de Michalowo (der.), reprobó que el ministro del Interior polaco, Mariusz Kaminski, mostrara una imagen de un presunto migrante copulando con un animal.

A los migrantes —algunos de los cuales huyen de la pobreza en África y demás lugares y otros escapan de la guerra en países como Afganistán e Irak— se les permite entrar a Bielorrusia y luego se les incita a cruzar hacia Polonia, país miembro de la Unión Europea.

La semana pasada, el gobierno comenzó a calificar a los migrantes como “terroristas, pedófilos y degenerados sexuales que violan a los animales”.

Esta iniciativa provocó la desaprobación incluso de algunos funcionarios y de la Iglesia católica, una fuerza de mucho poder en Polonia que casi nunca critica al gobierno.

El comisionado adjunto para los derechos humanos de Polonia calificó este trato a los solicitantes de asilo como una “vergüenza” que muestra “la imagen más oscura que pueda haber de Polonia”.

Las autoridades fronterizas de Polonia mencionaron que, en agosto y septiembre, más de 11 mil personas intentaron entrar de manera ilegal a su territorio desde Bielorrusia, en comparación con alrededor de 120 en todo el año pasado.

El aumento comenzó este verano luego de que la Unión Europea le impusiera sanciones a Bielorrusia, por obligar a que descendiera un avión de pasajeros que llevaba a un disidente bielorruso. Al principio, el gobierno de Lukashenko condujo a los migrantes hacia Lituania, pero después de que Lituania puso una cerca, los guio hacia el sur, a la frontera con Polonia.

La agresión del régimen de Lukashenko requiere una respuesta unificada y firme por parte de la Unión Europea”, comentó Ylva Johansson, comisionada de la Unión Europea para asuntos de migración, luego de reunirse con el ministro del Interior de Polonia, Mariusz Kaminski.

Bystrianin, el activista que encontró a la familia de Karwan cerca del bosque, pasa las noches recorriendo los caminos y los senderos rurales en un auto cargado de agua, comida, cobijas y ropa seca en busca de gente angustiada.

Por la preocupación de que no sobreviviera su hija enferma ni otras personas del grupo, Karwan decidió que lo mejor sería buscar ayuda médica. Llegaron dos ambulancias y, como le habían advertido, también los guardias fronterizos.

Trasladaron al hospital a cuatro miembros de la familia, y a otras seis personas se las llevaron a la frontera para obligarlas a regresar a Bielorrusia. Bystrianin y una compañera activista que proporciona comida y ropa en esa área, Dorota Nowok, fueron multados por entrar a una zona restringida.