“La esperanza es el suspiro del espíritu”

VIVIR CON ESPERANZA

Por Jacinto Rojas Ramos

“La esperanza es el suspiro del espíritu”

En las culturas latinas, se asociaba la esperanza con la respiración. Decían: “Dum spiro spero”, que se traduce “mientras yo respire, espero”. En otras palabras, respirar nos hace estar vivos porque la respiración permite que fluyan en el organismo nuevas fuerzas, vitalidad. Podría decirse que la esperanza es el suspiro del espíritu, como el aire lo es para respirar, para vivir. Sin esperanza no se puede vivir porque ella es el suspiro de los espíritus vencedores.

La esperanza hace crecer la vida, a pesar de todas las adversidades que nos toque vivir, porque ella permite que podamos superarlas y trascenderlas. Es esperar algo que en concreto aún no se ve, algo de lo que no se tiene una imagen completa pero que se confía en que algo bueno vendrá y pasará. Es un sentimiento que la vida sigue a pesar de todo y que la idea de un futuro diferente, será mejor.

Vienen a mi memoria las palabras del poeta italiano Dante Alighieri, quien en su obra La Divina Comedia, cuando inicia su viaje para ir del purgatorio al cielo, ve inscritas en el dintel de la puerta del infierno: ¡Oh ustedes los que entran, abandonen toda esperanza!

Quedar sin esperanza es, metafórica y psicológicamente hablando, perder la vitalidad, vivir en un infierno que nos quema por dentro, que nos consume, nos mata. Va apagando poco a poco nuestra esencia para reducirnos a cenizas y despojarnos de sueños, anhelos, quitarnos la fe en una tierra prometida.

Es necesario una alta dosis de esperanza hacia todas las manifestaciones de la vida y de la realidad. Ciertamente estamos viviendo en un mundo complejo y muy difícil, un mundo que cada día parece romperse, un mudo tan convulsionado que nos agobia, nos aturde, que nos deja muchas veces sin fuerzas.

Siempre ha habido quienes han luchado por aportar, con más o menos éxito, algo positivo. Es posible, esperar contra todo pronóstico, cuando no quedan motivos o incluso cuando todos nos han abandonado. La fuerza de la esperanza es que posee un calado especial, es el arma de los desarmados o más exactamente, todo lo contrario, a un arma, y es ahí donde reside, misteriosamente su eficacia, es el tejido del que está hecha el alma.

El tiempo de la esperanza es además un tiempo abierto, que da paso a la creatividad, a la comunicación, al contacto con los demás. Es un tiempo de superación y continuidad que hace frente al tiempo cerrado de la desesperación, en el que la soledad se impone, en el que todo parece perdido y la persona cae irremediablemente en las arenas movedizas del pesimismo y el sinsentido. Donde la muerte, pugna por hacerse amo y señor de la vida, de manera suave y lenta.

La naturaleza humana posee una estructura que incluye esta realidad dinámica, llamada esperanza. Ella es consustancial a la existencia humana, de modo que ésta existe, de alguna manera, en toda situación humana, por más desesperante que sea.

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