LEYES EN MÉXICO, DESDE LA CONQUISTA PROTEGEN DERECHOS

60 SEGUNDOS

RAÚL GONZÁLEZ RIVERA

LEYES EN MÉXICO, DESDE LA CONQUISTA PROTEGEN DERECHOS

            Este país, como pocos en el mundo, ha contado con un catálogo de leyes para proteger a los desposeídos, los indígenas y los pobres.

            La protección a los derechos de los ciudadanos parte seguramente de quienes forjaron el marco jurídico en el cual se tendrían que dar las libertades más elementales para el disfrute de los indios. Un gesto patriarcal de los juristas y legisladores de siempre, apostarían por consagrar que los indios, por caso, eran entes que pensaban y sentían.

            La Iglesia católica inclusive, a través de su evangelio, sometía en la mesa de los debates si los indios por ser también seres humanos, igual tendrían libertades y derechos.

            Por supuesto, los juristas, aun con una mira machista que ya aparecía en los ordenamientos jurídicos y legales con que se asentó el periodo de la Conquista reconocían que cualquiera que fuera humano, era sujeto de derechos y libertades.

            Hay que recordar que desde la fundación de la antigua Tenochtitlán, la cárcel y la tortura encontraba un amplio campo de cultivo en los desposeídos de todo. Así transcurrió la vida pública de este país y en gran parte del mundo sucedieron semejantes condiciones de vida para sus habitantes.

            A grandes rasgos, fue hasta el año de 1948, un año después de que se inventó la sigla de la ONU, cuando se pronunció la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” y México, aunque se tuvo que ceñir a su mandato por formar parte de los estados miembros de las Naciones Unidas, se obligaba a rendir algún reconocimiento en su Carta Magna posteriormente.

            De hecho el coloso país del norte supeditó la firma del tratado trilateral de libre comercio siempre y cuando México reconociera constitucionalmente los derechos humanos. Así que obligado por las exigencias del Tío Sam, nuestro país crea la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

            Debe confirmarse que la violación de derechos humanos, por lo menos hasta hace dos años, fue una constante que se dio en todos los linderos de la vida pública, e inclusive en la existencia privada de los mexicanos. En algún momento en los años 80 del anterior siglo, en que se dio a la luz la creación de la CNDH, ésta se preciaría de promover más de 200 recomendaciones a distintas áreas del aparato público burocrático nacional y con resultados positivos, es decir, que hubo una respuesta para las víctimas de alguna violación en la materia.

            Lamentablemente, para poner a prueba semejante creación institucional, sobrevino la guerra que encabezó la guerrilla a través del EZLN en la sierra de Chiapas, y la CNDH iniciaría el camino para su sepultura como tal, porque se vio imposibilitada y limitada porque atendió a los dictados de su patrón, y así simplemente no funcionó. La sigla guardó silencio y no hizo recomendación alguna del ataque y violación de derechos humanos en contra de los indígenas, que se habían sublevado porque ya no aguantaban decenios de discriminación y vejaciones.

            Después de los años 90 del siglo XX, la imagen de la CNDH se vino abajo, difícilmente alguien le creyó, además la falta de vinculación a sus recomendaciones con las instancias judiciales, con el objetivo de que se sancionara y castigara a responsables de violentar derechos humanos, en un país donde este fenómeno es parte de su cotidiano habitar.

            Los pensionistas golpeados cobardemente con macanas eléctricas en la plaza Lerdo, por elementos de la SSP en el gobierno de Javier Duarte-Flavino Ríos Alvarado, siguen a la espera de conocer una sanción, no anuncio de prisión para los responsables de ese ataque. La CDHV le aventó la bolita a la CNDH, diciendo que sería ésta la que tendría que dictar la última palabra. ¿Qué le parece?  

EN XALAPA HAY MÁS CANTINAS, BARES Y ANTROS QUE ESCUELAS

            La otrora Atenas veracruzana sobrevive en buena medida por la academia, los estudiantes, los funcionarios públicos, quienes despliegan las actividades que le dan imagen a la sede de los tres poderes estatales.

            La otra cara de la aldea son sus bares, cantinas y antros de todos los niveles sociales y que le dan un sesgo a la economía doméstica, pero que hasta hace 40 años no existía como tal.

            Había un diminuto personaje, don Abraham Murrieta, flamante dirigente de los dueños de bares y cantinas, quien en esos ayeres se lamentaba que el concepto de lo que era una cantina iba en picada con la apertura de bares y antros de mala muerte, en cascada.

            Obviamente, que si abre puertas uno de estos giros negros, es porque al otro lado de la barrera, desde oficinas públicas, hay funcionarios públicos en principio enemigos de la ciudad, y luego una especie que fue en aumento de viles extorsionadores, bandidos luciendo la franela de la anticorrupción, porque sin ellos la ciudad no se habría repletado de estos negocios que acabarían por borrar del mapa de la fama cultural y educativa a la antigua Atenas, como generosamente la calificaron los viejos amos de la política a la mexicana.

            En esos días, hace poco más de 4 décadas, don Abraham Murrieta, propietario de un pequeño bar que explotaba sobre la primera cuadra de la calle de Madero, en contra-esquina del puente y explanada de Xallitic, al cual acudían viejos parroquianos, porque además de beberse sus copas acostumbradas, disfrutaban de sus botanas supuestamente gratuitas.

El recinto tenía piso de madera, escenario al que se acompañaba con aserrín y desde su entrada los adoradores del dios Baco confiaban en que hasta le encontraban algún gusto al olor a mingitorio y los orines. Propio de las piqueras en donde también ofrecían pulque y enchiladas xalapeñas.

El dirigente de cantineros de la ciudad se quejaba que los funcionarios públicos venales del ayuntamiento y el sector salud, en aquel entonces provocaron la apertura en cadena de bares, cantinas y antros de lo peor. Recintos que sin ningún escrúpulo, además, abrían sus puertas a los menores de edad, siendo que antes –diría Carlos Monsiváis– tiempos idos fueron mejores, porque en sus entradas los bares ostentaban un letrero que decía: “Prohibida la entrada a menores de edad y a elementos de las fuerzas de seguridad pública con uniforme”.

Don Abraham defendía la existencia de los bares como los recintos a los cuales podían acudir los amantes de la poesía y la música, la pintura y la lectura, véalo usted bien, de los buenos libros, la charla entre amigos, como lo hacía el gobernador Antonio M. Quirasco asistiendo a degustar su copa cotidianamente al Bar México.

Siendo alcalde Armando Méndez de la Luz hereda una administración que había autorizado más de 30 mil piqueras, supuestos bares y cantinas, con la aplicación de la “Hora Méndez”, porque en Xalapa desde entonces ya operaban miles de antros más que escuelas primarias en toda su historia, los cuales además mantenían puertas abiertas las 24 horas del día.  

DON PEDRO CORONEL, UN ALCALDE HONESTO Y MODESTO, EN XALAPA

Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando destaca por su trayectoria al servicio de la patria azteca a los ex mandatarios que lucieron ejerciendo con honestidad y pulcritud su gestión, citando periódicamente a Benito Juárez, Francisco I. Madero, a don Adolfo Ruiz Cortines y al presidente carismático don Adolfo López Mateos.

Por supuesto que en la provincia hay también los valores que vale la pena recordar porque su obra trasciende en el espacio y el tiempo y la gente los recuerda por haber ostentado aquéllos una trayectoria honesta, con un servicio al pueblo personal, directo y ajeno los chismarajos que solamente retardan el avance de las comunidades.

Don Pedro Coronel Pérez era un famoso médico ginecólogo, xalapeño de nacimiento que se había ido a la ciudad de México precisamente para estudiar su carrera de médico cirujano. De regreso a la provincia ejercería su profesión en el sur de la entidad veracruzana un tiempo, al término del cual se asentaría en esta capital, su tierra de origen, para ejercer como ginecólogo en la clínica local del IMSS.

Amigo personal de don Pedro Ojeda Paullada, un cardenal distinguido del régimen federal, sería invitado para incursionar en la vida política de la ciudad para contender por la alcaldía municipal con colores del PRI, pues no había otros, a la que accedería y ganaría la elección gracias a un discurso sencillo, directo con la gente del pueblo y respetuoso de las libertades de pensar y escribir de los periodistas.

A don Pedro Coronel correspondió llevar a cabo una obra –contaba– la que no se veía a simple vista, porque correspondía a la red de distribución del agua potable en todo el casco histórico de la otrora Atenas veracruzana. Entonces se abrían cepas, se renovaba el drenaje y evitaba de esta forma que la capital se inundara por la presión que traía el vital líquido.

Generalmente el alcalde rehuía al aparato de andar colocando plaquitas e inaugurando pavimentos, asfaltos, empedrados y alumbrado público. Simplemente materializaba los proyectos y los compromisos que anunciaba con el discurso.

Asimismo, mantenía una excelente relación de trabajo conjunto con el gobernador Rafael Murillo Vidal, mandatario que solía pedir la compañía del alcalde en sus visitas a los poblados de la región, como fue un día a la posta zootécnica de Banderilla para conocer la producción en ese momento de una importante granja de conejos.

Luego, en comida de pocos, el gobernador Murillo Vidal le pronosticaría al doctor Coronel una administración exitosa al frente de Xalapa, mensaje que constatarían entre otros el doctor Félix Todd Cámara, a la sazón presidente de la Cruz Roja local, y este reportero.

Debido a su carisma y vocación de servicio, Coronel Pérez habría sido también director de la Unidad de Ciencias de la Salud de la UV y finalmente secretario de Salud, en el gobierno de don Fernando Gutiérrez Barrios. Empero, la obra del alcalde trascendió hasta nuestros días, debido a que se trata de la obra hidráulica que allí está. Es todo.