QUE SE VAYA

Héctor Leonel Reyes

Límpido día, salgo de la calle Estanzuela hacia la esquina con la avenida 20 de noviembre. ¿Qué ven mis ojos? Ah, un espectacular con letrotas solicitando que el presidente Andrés Manuel se vaya.

Pienso en aquellos militantes de los años 60-70’s de la plena dictadura perfecta en México, quienes arriesgaban la vida haciendo pintas en contra del gobierno de aquellos años.   ¿Alguno habrá sufrido represión, cárcel, tortura, por esa forma de manifestarse? Sin duda. Recordé esa adaptación al cine de la novela El infierno de todos tan temido, de Luis Carrión Beltrán; allí el protagonista Jacinto Chontal (Manuel Ojeda), en franco arrojo proguerrillero sale a hacer sus pintas en la oscuridad nocturna. Cierta crítica literaria de entonces, con respecto a la novela, arrojó una moralidad conservadora, francamente censurante y anticomunista, alertando de las sugerencias peligrosas para los lectores quienes podrían ser incautos ante los contenidos subversivos de la novela de Carrión. El crítico en contra de la novela fue Danubio Torres Fierro; el medio donde la publicó fue la revista de Octavio Paz: Plural (la forzada abuelita de Letras Libres, la madre: Vuelta). Es decir: hoy son otros tiempos.

Esa casona donde se asienta la estructura del espectacular, hoy, en estos días, que pide se vaya el presidente de México, no realiza en su llamado ninguna actividad subversiva, ilegal, peligrosa para observantes y viandantes incautos. Quizá quienes allí vivan usufructen y muy bien ese negocio que hacen con los arrendatarios. Nadie los va a reprimir. Alguien gana dinero, y muy bien, por asumir estas posturas políticas en un clima de desenfundadas libertades civiles. En un país de democracia perfectible, estás cosas pueden suceder, están sucediendo.

Eso es lo que ví y eso es lo que pensé, cuando salía de Estanzuela hacia 20 de noviembre, un mediodía muy cercano a esta tarde de lluvia intermitente.