DESPERTÉ Y AÚN DORMÍAS

(Narrativa erótica)

Musa Peregrina

Eres mía, las veces que igual saliste de bañarte te veías increíblemente hermosa. Me diste mucha ternura. No podía pensar en otra cosa más que en besarte…

SA

6:49 am

Al fin domingo… Te miré exhausto, la noche de anoche no deseabas dormirte, hablabas de tu mundo antes de mí, del nuestro, de los besos que permanecían en tu bolsillo para sellar mis labios de mujer. Tu mujer, como me dices, y lo dices ante todos; a otros más, que soy tu esposa…

7:15 am

Me levanté de la cama y caminé chirunda, fui a la cocina y encendí la cafetera, giré mi mirada hacía la barra y descubrí la última copa de vino que ya no pudimos llevarnos a la habitación, porque escuchábamos música y nos besábamos, tanto, tanto, que sólo logramos apagar la luz del pasillo, mientras una canción continuó acompañándonos hasta nuestra cama…

7:23 am

Recordé que al llegar me abriste la puerta, te mirabas loco, feliz. Pero en cuestión de minutos estabas desquiciado y corriste a detenerme para que no avanzara y no descubriese tu sorpresa. En verdad me provocaste mucha curiosidad, te confieso, no me gustan las sorpresas, porque odio perder el control…

Me senté en el sillón, inicié a abrir mis maletas y salieron volando dos pajaritos para posarse en tu mesita de noche, en donde miras enamorado mis libros, con un beso dentro en cada uno de ellos. Desempaqué los vasos azules, mi corazón en un botecito de cristal: sólo tú y yo sabemos lo que significan los botecitos, siempre que pienso eso me provocas más, mucha más ternura, porque me hace feliz estar dentro de uno de ellos.

Después te vi allí, desnudo, en tu selva, caminando a tu aire entre las fieras de mis pensamientos, que no acertaban a descubrir cuál era la sorpresa. Hoy sé que eres Teocelo, el Dios Tigre, que precede al sol, rugido de tus memorias felinas, eres quien acaricia con sus garras mi aleta de sirena y besa con deseo el resto de mi cuerpo, para al final, engullir mi sexo, porque te pertenece.

7:40 am

Pero esa mañana era diferente, todo estaba en silencio, el bullicio de días anteriores se había marchado, la danza desnuda culminó en tu sillón favorito, mientras que ávidamente lamía la gota que caía de tu nube.

Eso, aquello, todo, nuestras risas, desaparecieron…

7:59 am

Bebí mi café, esta vez negro, no suelo tomarlo así, pero lo hice; sentí la rebelión de mi lengua, no al sabor del café y sí al de la ausencia que entró en mi garganta al beberlo. Mis labios fueron incapaces de sentir el calor, di largos tragos sin que me importara quemarme, deseaba distraer la tempestad que sentía en ese minuto y laceraba mi sangre, ilusa pensé que quizá el amargo de las semillas pacificaría mi dolor. Me equivoqué…

Mientras que tú aún dormías, sí, dormías después de hacerme el amor de una forma maravillosa, de crear una escultura de tanto besar y acariciar mi piel, de adueñarte de la gula de mi carne, pero sobretodo de hacerme sentir mucha mujer…

8:05 am

Descorrí un poco las cortinas y miré tu moto encadenada por mi culpa, siendo ella tan libre. Quise abrir la ventana para palpar la brizna que caía en el césped como balas a mi corazón; al fondo, la calle; abajo, el reflejo de un cielo gris inquieto, conteniendo mi llanto, el relámpago…

Instintivamente busqué con la mirada el reloj y decidí que debía despertarte. Me senté a tu lado y en mis labios se dibujó el deseo de robarte un beso, como aquel beso que tanto me pediste, el que te entregué cuando habías perdido la fe en recibirlo.

8:13 am

Sí, valientemente ese domingo antes de que despertaras, te acaricié y sutilmente rocé tus labios con mi dedo índice, pintado de esmalte rojo. Caricias que recibiste con una sonrisa y sin abrir los ojos pediste besitos, me parecía mirar un lindo gatito, despertado a media mañana negándose a abrir los ojos…

Pero vuelvo al momento de mi llegada, en la que vi la sorpresa, y esta vez al mirarte recostado, mi boca ya no dijo… ¡acepto! Lo hizo mi alma, respondió tu pregunta, con un… ¡sí!

Oralia Lombera Reyes

Del libro “Metáfora de tu Boca

Amores Efímeros

Ediciones Sempiternas