DESIDERÁTUM

Silvestre Vásquez Jácome

A Nani

Que la ansiada llegada de los hijos del alba

nos traiga una sonrisa, como el pan y la sal,

que se abran los libros en cascadas de luz

y sus alas nos lleven al reino del asombro

para abatir el miedo que quiebra nuestro espíritu.

Que sea la razón la luz que nos ilumine,

el cincel que nos labre para reconstruirnos,

broquel, invicta espada, acero indestructible

que decapite el dogma, el engaño de la fe:

la mentira siniestra que germina en lo oscuro.

Que la noche derrame su profundo misterio

para viajar en hombros de la cómplice luna

y contarle al oído nuestras cuitas más íntimas

y sentir en el rostro la caricia del vértigo

Que amanezcan los días cargados de promesas

y una lluvia de auroras ilumine el camino,

que surja lentamente, como flor que se abre,

un profundo suspiro de azul  intensidad,

que el amor, esa espera que teje telarañas,

nos regale un crepúsculo, una nube, un jazmín

Que aprendamos del árbol, de su fuerza inaudita,

de sus ramas, plegarias que sostienen el cielo,

de sus viejos dolores que le cantan al viento,

de la mínima espiga que atesora la vida,

de la hierba obstinada que renace y renace,

de la humildad del musgo que embalsama la roca.

Que entendamos la espina, la celosa guardiana

que encarece el tesoro de la rosa exquisita,

que los ojos se llenen de ternura infinita

por la oruga y el río, por la piedra y el ave,

que seamos relámpago, faro, incendio, antorcha,

para que otros que vienen por el mismo sendero

no caminen a ciegas, ni se arrastren jamás