Por la calle

Por la calle, en los pasadizos de la existencia, corto vuelta a la ausencia, redimo mi excelencia, persigo con impaciencia, la ciencia escrita de la nada.

Busco un nido, una coma, u otra cosa que me enerva; al grito del cielo, respondo en un lamento, y al calor de la tierra con un abrazo lento.

Por la calle va brincando una “chispa” a mi lado, yo la llamo mi otro yo. Y me dice que lo siga, que vuele en mi pensamiento, que soy libre cual hoja al viento, y me pongo en movimiento; no sin antes buscar un respiro en mi interior, en esta selva de metal ¿a quién le podemos importar?

Rostros, siluetas, cuerpos en movimiento, deben ser sonrisas y por la misma vida poder reír a carcajadas. O pasar de largo y tan solo sentir, percibir u horadar; sintiendo el dilema de no estar aquí, y de huir como el viento y regresar con el tiempo.

Por la calle, tras la sombra del destino, en el camino vislumbro mi vida y sus latidos; el placer de vivir, de estar aquí, de abrazar mi mundo, y de compartir mi destino; y así retorno como el viento en hondonada, al pedirle fuerza a mis alas en este vaivén del tiempo, adonde salgo a tu encuentro con el valor de un partisano que ama la vida peleando, luchando, y en ocasiones llorando.

Así es nuestro tiempo, fugaz y eterno en el momento primoroso del encuentro amoroso; o tal vez del desencuentro odioso, en que sin alas he volado en éste mi tiempo, tu tiempo, nuestro tiempo.

En la calle del destino ya no hay encuentros por el momento; giro y doy vuelta, a veces va uno a contratiempo y por eso busco la “luz de tu reencuentro”.